viernes, 21 de agosto de 2009

Un rincón de las mejores cosas de mi vida.

Bañarme en el mar por la noche bajo la luz de la luna. El olor a lluvia. Gritar y bailar bajo la lluvia. El olor a los jabones de fresa o chocolate. El helado de Caramel Bisquit de Haäguen Dazs. Escuchar música mientras fluyen miles de recuerdos en mi cabeza. Cantar. Hablar idiomas extranjeros. Los pendientes largos. Los ojos que me miran sinceros. Ir a una tienda de “chuches” y que me tengan que parar los pies porque la bolsa va a reventar. Saltar en la cama y que todos los cojines y peluches vuelen por los aires. Las mascarillas faciales, y si son de color verde mejor. Comer palomitas de maíz con mantequilla y una Coca-cola en el cine aunque acabe de cenar. Estrenar ropa recién comprada. El momento de comprar algo tras haber estado ahorrando para ello. Ver a un montón de chicas guapísimas vestidas de largo estrenando sus vestidos en una fiesta. Ir a la peluquería. Las melenas largas rubias. Hablar con cariño de una cantante, actriz o modelo como si la conociera de toda la vida. Ganar jugando a “culo”. Jugar durante horas a los Sims en el ordenador. Ver a mi hermano jugando a videojuegos de miedo en la Play Station III o en la XBox 360. Las noches de verano en la playa con mis amigos. Ir apiñada en un coche con tus amigos. Los reencuentros. La noche de fin de año. Un buen vaso de leche fría con Nesquik. Pintarme las uñas de colores chillones. Darme un baño con sales de diferentes colores y olores. El olor de los champús de Herbal Esences. Que un chico te dé un abrazo de oso. Las reconciliaciones. Los zapatos con taconazo y los bolsos. Trabajar en la tele, radio o en una revista importante. Vivir en el extranjero. Los zumos y cócktailes de frutos rojos y todos sus derivados. Las mesas perfectamente puestas con todo tipo de detalles antes de una comida o cena. Los ataques de risa que suelen entrarme con mi familia y amigos. Ir sola en el coche con la música a tope, las ventanas bajadas y cantando a todo pulmón. Aprobar todas las asignaturas al final del curso. Montar a caballo. Escuchar una canción que fue tu favorita hace años y desde entonces no escuchabas. Nadar con delfines. Sentir como te sube la primera copa. Que me confíen un secreto. Los desayunos en la cama. Los miles de regalos el día de tu cumpleaños. Mirar a una persona desconocida por la calle e intentar adivinar cómo será su vida. Las películas de miedo. Viajar a lugares desconocidos o conocidos. Navegar. Los cachorros de animales o los animales pequeños. Tomarme una piruleta y que se me queden los labios rojos. Ir a un parque de atracciones al menos una vez al año. Ser “VIP” en cualquier sitio. Contarle a tu amigo qué vas a regalarle nada más comprarle el regalo. Tirarte de golpe en la cama tras un día intenso. Mirar las estrellas en la playa y contar las estrellas fugaces mientras pides un deseo. La suavidad del teclado de un ordenador portátil. Que se cumplan mis deseos. El Tuenti y el Facebook. Volcar una vitrina llena de copas y vasos de cristal. El paseo de la Castellana iluminado en Navidad. Interpretar las cosas al revés que el resto del mundo. Los musicales, en especial Mamma Mia. Cantar a gritos las canciones del verano de hace años. Conocer a gente de todas las nacionalidades. Asistir a una de las comidas que hacía mi abuela en su casa todos los domingos con toda la familia. La sensación en la tripa cuando despega el avión (aunque me muera de miedo). Sentir que me he puesto súper morena mientras me estoy duchando tras haber tomado el sol. Hacer feliz a la gente... Podría seguir así hasta la eternidad, pero creo que estas cosas no le interesan a nadie más que a mi. Por lo tanto aquí os dejo con un pequeño rinconcito de mi vida.

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