lunes, 31 de agosto de 2009

Resucita un clásico de los 80

Vuelven los vestidos más sexys de la historia, al menos en mi opinión, y lo hacen pisando fuerte en la pasarela y en los grandes eventos de las celebrities.
El encargado de reinstaurarlos fue Max Azria con la casa Hervé Léger (Fundada en 1985). ¿La técnica? Vestidos formados por bandas tensadas al máximo, de modo que marcan y se adaptan al contorno del cuerpo hasta el punto de casi confundirse con la propia piel. Se pueden encontrar en una amplia gama de colores, desde el más ácido hasta el clásico y elegante negro. Son unos vestidos que sientan especialmente bien a las más delgadas, ya que marcan en exceso las curvas de aquellas con más pecho o cadera. Eso sí, tanto para las chicas con cuerpo diez como para aquellas con más curvas, no se puede cometer el error de llevarlo en una talla superior a la tuya, ya que se formarían pequeñas arrugas y el vestido perdería su encanto. Véase el ejemplo de Kate Bosworth, actriz de una delgadez bastante notable que eligió un modelo que le quedaba un poco holgado, por lo que se pueden observar unos pequeños pliegues en la cintura de modo que el vestido pierde el mérito y no lo luce como debería.
Desde hace unos meses podemos encontrar modelos similares a los de la pasarela en tiendas al alcance de todos los bolsillos, como por ejemplo Zara o Mango.
Aquí os dejo algunas imágenes de las celebrities que ,para mí, mejor lo han lucido.
Hayden Pannetiere
Elsa Pataky
Miranda Kerr
Rachel Bilson
Doutzen Kroes
Cheryl Tweedy
Sophia Bush
Victoria Beckham
Blake Lively
Leighton Meester

sábado, 29 de agosto de 2009

Cerrando verano.

Ya ha comenzado la cuenta atrás para volver a la universidad. ¡Y es que, en tan solo dos semanas, vuelvo a la rutina! Por una parte me da una pereza que me muero, pero por otra me apetece bastante. No os penséis que me he vuelto loca, es simplemente por el hecho de volver a ver a "Mis Seis". También hay que añadir que Sofi y yo vamos a formar parte de una nueva clase, "¡Los Bilingües!", ¡Qué ganas tengo de conocerles a todos! y seguro que hay un montón de extranjeros. La verdad es que jugamos con ventaja, no llegamos solas, tenemos la suerte de conocer a María; muy buena amiga de Nata (una de "Mis Seis") por lo tanto ella nos presentará al resto de la clase.
Estos días preuniversitarios tengo muchas cosas que hacer. Lo primero es reorganizar mi cuarto, debido a que se encuentra en estado crítico. Me gustaría provechar también para ver a mis amigos, ya que llevo sin ver a la mayoría desde finales de Julio. Tampoco me vendría mal adelgazar un poco, que con tanto buffet y barra libre este verano, he cogido unos kilitos de más. Y por último, y no por ello menos importante, asistir a las fiestas de Pozuelo y Majadahonda. En las fechas de esta última se va a venir Maite (una amiga que vive en Bilbao y conozco de Denia) a vivir a casa, y así aprovechar para enseñarle a las fiestas.
¡Os deseo a todos un buen cierre de verano!

sábado, 22 de agosto de 2009

Bienvenidos al paraiso.

La llegada de Punta Cana a Madrid ha sido horrible. He experimentado en mi propia piel el jetlag y no es muy agradable que digamos... Los dolores de cabeza se han convertido en mi estado normal, ésta es la tercera noche que no pego ni ojo y espero, por mi bien, que sea la última.
Pero bueno, no voy a pintarlo todo tan oscuro, al menos el viaje ha merecido la pena.
Tras el trayecto en avión de ocho eternas horas, llegamos a un eropuerto pequeñito que parecía estar formado por cabañas con tejados de cana (planta abundante en Santo Domingo a partir de la cual se obtuvo el nombre de Punta Cana), pero a la vuelta descubrimos que el aeropuerto era algo más que unas simples cabañitas. Recopilamos nuestras maletas (que por cierto, fueron de las últimas en salir) y una abalancha de dominicanos se nos acercaron para llevarnos las maletas al autobús que nos llevaría a nuestro hotel.
Una vez nos percatamos de la grandiosidad de la entrada al hotel nos pusieron las "benditas" pulseras que te daban via libre para consumir todo aquellos que desearas en el momento que lo pidieras.
Nos instalamos en las habitaciones y desaparecí con mi hermano para dar una vuelta por el hotel y ver (a tientas) la playa. Más tarde regresamos a la habitación, nos pusimos un poco más elegantes y bajamos a cenar (un buffet con alimentos y bebidas acordes con todas las nacionalidades).
El resto de días transcurrieron lentamente, disfrutando cada segundo, cada grano de arena blanca que jugaba entre los dedos de tus pies, cada baño en esas aguas turquesas y transparentes, cada baile de merengue, cada excursión, mi ansiado baño con delfines, cada piña colada, cada paseo en barco, el trato de los dominicanos y sobre todo la relajación de estar tirada en una hamaca tomando el sol sin que nada ni nadie te moleste...
En resumidas cuentas he disfrutado, tal y como decía Eduardo (un empleado dominicano del hotel), de unas vacaciones en el PARAISO.

viernes, 21 de agosto de 2009

Un rincón de las mejores cosas de mi vida.

Bañarme en el mar por la noche bajo la luz de la luna. El olor a lluvia. Gritar y bailar bajo la lluvia. El olor a los jabones de fresa o chocolate. El helado de Caramel Bisquit de Haäguen Dazs. Escuchar música mientras fluyen miles de recuerdos en mi cabeza. Cantar. Hablar idiomas extranjeros. Los pendientes largos. Los ojos que me miran sinceros. Ir a una tienda de “chuches” y que me tengan que parar los pies porque la bolsa va a reventar. Saltar en la cama y que todos los cojines y peluches vuelen por los aires. Las mascarillas faciales, y si son de color verde mejor. Comer palomitas de maíz con mantequilla y una Coca-cola en el cine aunque acabe de cenar. Estrenar ropa recién comprada. El momento de comprar algo tras haber estado ahorrando para ello. Ver a un montón de chicas guapísimas vestidas de largo estrenando sus vestidos en una fiesta. Ir a la peluquería. Las melenas largas rubias. Hablar con cariño de una cantante, actriz o modelo como si la conociera de toda la vida. Ganar jugando a “culo”. Jugar durante horas a los Sims en el ordenador. Ver a mi hermano jugando a videojuegos de miedo en la Play Station III o en la XBox 360. Las noches de verano en la playa con mis amigos. Ir apiñada en un coche con tus amigos. Los reencuentros. La noche de fin de año. Un buen vaso de leche fría con Nesquik. Pintarme las uñas de colores chillones. Darme un baño con sales de diferentes colores y olores. El olor de los champús de Herbal Esences. Que un chico te dé un abrazo de oso. Las reconciliaciones. Los zapatos con taconazo y los bolsos. Trabajar en la tele, radio o en una revista importante. Vivir en el extranjero. Los zumos y cócktailes de frutos rojos y todos sus derivados. Las mesas perfectamente puestas con todo tipo de detalles antes de una comida o cena. Los ataques de risa que suelen entrarme con mi familia y amigos. Ir sola en el coche con la música a tope, las ventanas bajadas y cantando a todo pulmón. Aprobar todas las asignaturas al final del curso. Montar a caballo. Escuchar una canción que fue tu favorita hace años y desde entonces no escuchabas. Nadar con delfines. Sentir como te sube la primera copa. Que me confíen un secreto. Los desayunos en la cama. Los miles de regalos el día de tu cumpleaños. Mirar a una persona desconocida por la calle e intentar adivinar cómo será su vida. Las películas de miedo. Viajar a lugares desconocidos o conocidos. Navegar. Los cachorros de animales o los animales pequeños. Tomarme una piruleta y que se me queden los labios rojos. Ir a un parque de atracciones al menos una vez al año. Ser “VIP” en cualquier sitio. Contarle a tu amigo qué vas a regalarle nada más comprarle el regalo. Tirarte de golpe en la cama tras un día intenso. Mirar las estrellas en la playa y contar las estrellas fugaces mientras pides un deseo. La suavidad del teclado de un ordenador portátil. Que se cumplan mis deseos. El Tuenti y el Facebook. Volcar una vitrina llena de copas y vasos de cristal. El paseo de la Castellana iluminado en Navidad. Interpretar las cosas al revés que el resto del mundo. Los musicales, en especial Mamma Mia. Cantar a gritos las canciones del verano de hace años. Conocer a gente de todas las nacionalidades. Asistir a una de las comidas que hacía mi abuela en su casa todos los domingos con toda la familia. La sensación en la tripa cuando despega el avión (aunque me muera de miedo). Sentir que me he puesto súper morena mientras me estoy duchando tras haber tomado el sol. Hacer feliz a la gente... Podría seguir así hasta la eternidad, pero creo que estas cosas no le interesan a nadie más que a mi. Por lo tanto aquí os dejo con un pequeño rinconcito de mi vida.

jueves, 20 de agosto de 2009

Déjate llevar...

Es fascinante la repercusión que causa la música en las personas. De un segundo a otro mientras estás centrado en algo puedes encontrarte moviendo manos, o pies al ritmo de una canción que conozcas o que simplemente tenga un ritmo alegre y te incite a “bailar”. El mundo de la música es tan amplio... Puedes encontrarte con canciones que encajen perfectamente con tu estado de ánimo sea cual sea (feliz, triste, amor, desamor, odio y un largo etcétera). O simplemente puedes escuchar una canción o a un artista especial que te recuerde a momentos, personas o experiencias inolvidables. Estas consiguen que al escucharlas surja una pequeña sonrisa en tu cara y una sensación inexplicablemente reconfortante. Y es en ese preciso momento, en el que agradeces a todos aquellos cantantes el trabajo que han realizado y a su vez a ese amigo, bar, emisora de radio o lo que sea que haya puesto esa canción en el momento y lugar adecuado, que se quedará grabado y asociado a la canción el resto de tu vida.

Bob Marley

Bob Marley, ¡Qué señor cantante! Aquí, la servidora, es una inculta con mayúsculas. Siempre he sabido de su existencia y que era el autor de la clásica Don't worry, be happy y de alguna canción más como Three little birds, pero lo consideraba un cantante del montón, nunca me llamó especialmente la atención. Una de las cosas que me atrajeron de él es que si te paras a escuchar las letras de sus canciones te das cuenta de que debería estar entre los “number one”. Aparte de que las canciones son de lo más agradables para los oídos, tienen un punto de positivismo ante la vida que ,me atrevería a decir, muy pocos cantantes tienen. Ve, vive y siente la música de una forma diferente, de una forma especial. Os parecerá extraño, pero fueron unos amigos franceses los que me involucraron en el “mundo Marley”. No sé si sería por el “rollo” que tenía el cantante, que da la casualidad de que encaja bastante bien con el de mis amigos, pero el caso es que estaban constantemente escuchando sus canciones o pidiendo que alguien las pusiera. Y por otra parte mi hermano, quien últimamente no para de escuchar música “ Setentera” y “Ochentera”, entre ellos Mr. Bob Marley.

martes, 11 de agosto de 2009

Para mi mitad



Aunque desde fuera no lo parezca tú y yo sabemos que tenemos mil cosas en común. "Pero si ella es rubia y tú moreno..." "No, no... ¡Mírame! yo soy albino". Desde pequeños nos hemos llevado muy bien, mejor que el resto de hermanos "Qué bien te llevas con tu hermano, ¿no?" pero cuando nos peleamos más vale que no haya nadie cerca porque puede salir mal parado. Tú siempre tan dormilón, perseverante, responsable y yo tan madrugadora, perezosa e irresponsable. Pero de cara a la vida pensamos, actuamos y nos comportamos con la gente de la misma manera. Mi pequeño hermano womanizer cumple hoy un año más, 16 años son un montón de años y toda una vida a tu lado es mucho tiempo juntos, pero no lo cambiaría nunca por nada. ¡FELICES 16 GONZALO! "Esta noche cantaré por toda una vida, esta noche brindaré por ti y por mi"
(En las fotos mi hermano a día de hoy con su nueva guitarra acústica)

Una semana de ANARQUIA

¡Cómo odio la vuelta a casa! Llegar, deshacer maletas, recoger el cuarto y empezar a recordar todos y cada uno de los momentos y experiencias que has pasado en el sitio de donde llegas, mientras agregas a facebook y tuenti a las nuevas caras que ya van a pasar a formar parte de tu vida. Esta vez al menos tengo el consuelo de que dentro de unas horas estaré tirada en una playa paradisiaca de Punta Cana con una caipirinha entre mis manos.
En mi caso llegué hace dos días de Denia. Al principio siempre voy con ilusión por volver a ver a mis primos, pero por otra parte con un poco de vergüenza por ver cómo nos recibirán todas las personas que ya conocemos y con quienes finalmente basta con venticuatro horas para adaptarte y sentirte uno más.
Este año, como todos y cada uno de los años, me ha parecido aún mejor que el aterior. He conocido al rededor de unas quince personas más (la mayoría franceses) y de cada una de ellas he sacado algo especial o divertido.
El plan habitual era muy sencillo: Me levantaba sobre las once y media, me plantaba el bikini, despertaba a mi primo Tony (con quién compartía habitación), y como no había manera de moverle de la cama me cruzaba a la casa de en frente (separada por exactamente cinco pasos)para buscar al resto de mis primos y a mi hermano y poder bajar a la piscina disfrutando de las risas que conlleva estar con ellos. Llegamos a la piscina y nos encontramos con los más madrugadores. Estamos toda la mañana de la playa a la piscina y biceversa (Ya que ni si quiera hay un paseo marítimo que separe la urbanización de la playa. Es como si en medio de las dunas hubieran construido una pequeña urbanización compuesta por dos bloques en color blanco y azul cielo, separados por una piscina y unos jardines llenos de flores en tonos chillones de lo más apacibles). Mientras tanto van bajando los más dormilones. A eso de las tres subimos toda la "tropa" a comer (Siempre en la casa de en frente), y en cuestión de segundos los platos están impecables. Nada más terminar me suelo bajar yo sola con mi itouch a la piscina a tomar el sol (es el momento más tranquilo del día) hasta que empiezan a bajar todos y el plan termina siendo igual que el de la mañana pero acompañado de juegos de cartas, risas, aguadillas y peleas en el agua, risas, paseos por la playa, risas, intentos de comunicarnos con los franceses, risas, organización de planes para la noche, risas... Hasta que nos subimos a casa al rededor de las nueve para ver una peli o simplemente poner la múscia a tope en la terraza y bailar como locos. Tras esto viene la cena, las duchas, vestirse, arreglarse (aunque más vale no arreglarse mucho porque es probable terminar la noche habiéndote bañado en el mar o en la piscina) y finalmente oir el telefonillo que reclama que bajes. Por la noche solemos ir a un bar llamado Ciriaco (actualmente se llama de otro modo, pero se ha quedado con ese nombre por ser el nombre inicial), pero este año han abierto el Green (un bar nuevo con un ambiente principalmente extrajero y joven) que personalmente es mejor que el mítico Ciriaco. Allí nos tomamos unas copas, compramos alguna botella y nos encaminamos a la playa. En la playa tenemos nuestro lugar asignado, son unos bloques de hormigón en medio de la arena que nadie sabe de dónde han salido. No suena muy apetecible, lo sé, pero de los mejores momentos de mi vida los he pasado ahi. La noche transcurre entre botellas, música tan alta que aún no comprendo cómo no despierta a toda la urbanización, bailes, bromas, hogueras, baños en el mar y en la piscina, pequeños percances de alguno con el alcohol, muestras de cariño, mezcla de idiomas... Hasta que llegan las cuatro y pico de la mañana y la gente comienza a dispersarse poco a poco.
En fin, ha sido una semana memorable con experiencias de todo tipo y una anarquía que no vivo en ningún lado que no sea Playa Surf.
Tras haberos narrado un día normal de mi pequeña "aventura" en Playa Surf solo me queda añadir:
Punta Cana, ¡Allá vamos!