lunes, 14 de noviembre de 2011

Ireland

Como era de esperar, he vuelto emocionada de Irlanda.
Si es cierto aquello de que todos estamos hechos para un lugar, Irlanda es el país que me corresponde. Yo pertenezco a España, me fascina Francia e Irlanda me enamora.
He llegado hace unas horas, y no puedo quitarme la sensación de melancolía de encima. Tengo el corazón en un puño, no puedo evitarlo. Son demasiados sentimientos a flor de piel en muy poco tiempo. Volver a ver a la Sofi de siempre (la que conocí en primero de carrera) y a la Berta más enloquecida, en un país que nada tiene que ver con el nuestro, ha sido como una bocanada de aire fresco. Cuando se saca todo de contexto, es cuando de verdad uno aprecia lo que tiene y se da cuenta de lo que realmente vale.
Con respecto a ellos... A veces parece que consigo pasar página, asumir la distancia y vivir con ella, pero en realidad no. Siempre están presentes... En el fondo, si no quiero olvidarles, ¿por qué voy a hacerlo? Aún conservo el bote transparente lleno de piedras blancas (y una negra) con nuestros nombres escritos en ellas; al igual que las imágenes y canciones para las que mi mente y mi corazón tienen guardado un rincón especial. Uno ya no está, otro madura a golpes, un tercero sigue siendo causa de risas, y él... Para él no tengo palabras...
Quiero ahorrar todo lo posible para poder volver as soon as possible. Incluso estoy planteándome terminar allí el último año de carrera, hacer prácticas este verano o irme a trabajar en cuanto termine la universidad. Aunque, por ahora, todo son palabras, y las palabras se las lleva el viento.

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