Madre mía, parece que fue ayer cuando quedé con Leti (una de "mis siete") el primer día del curso cero. Sólo conocíamos a dos o tres personas en toda la uni, y tuvimos la suerte de estar juntas en clase. Recuerdo mi primera napolitana y mi primera pulguita de tortilla en la cafetería, los desayunos americanos en el Vips en mesas llenas de gente, en las que aprovechábamos para ponernos al día de nuestras vidas. Las broncas en clase por culpa de mi tono de voz o la risa de Leti, ¡y cuando nos expulsaron de clase a las siete! El día en que Sofi y yo decidimos cambiarnos al programa bilingüe, y casi se lo prohíben a ella por miedo a que escandalizara a toda la clase. Cómo al principio temíamos no integrarnos en nuestra nueva clase y, finalmente, tras varios fracasos, conocimos a una persona increíble: Berta. Mi desafortunada e inoportuna relación con Bárbara, y las enormes disculpas a dos amigas que bien se merecen llevar el título en mayúsculas y colgado del cuello.
Ahora, tres años después de aquel primer día, empiezo cuarto de carrera, que más cerca está del final que del principio. No sólo me quedan dos años para terminar, sino que, encima, más de la mitad de éste lo curso fuera.
Parece que no es nada y que pasarán volando, pero pretendo aprovechar estos dos años a tope y descubrir, conocer y vivir el doble de cosas de las experimentadas en los tres años pasados (complicado, pero para nada imposible)
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Os deseo un buen comienzo de curso, y aquellos que ya lo han comenzado: ¡Ánimo y a coger al toro por los cuernos!
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