miércoles, 23 de febrero de 2011

Sobre la fugacidad de la vida

Una vez más escribo sobre el tema que siempre ronda mi cabeza: El paso del tiempo. Los funerales, en realidad, son simples actos sociales, en los que se reunen los familiares y amigos cercanos y los más lejanos. Siempre está la típica persona que nadie conoce, el pesado que está en todos los eventos, las personas que esperabas ver y las que no. Hoy he visto a varias personas que me han alegrado el día y me han recordado a mi infancia. Dos de ellas, en especial, me han hecho recordar momentos nostálgicos y revivirlos como en un flashback. Los besos a Maribel, los juegos en el recreo, sentirme realizada por que mi profe de inglés fuera una amiga de mi madre, correr a toda prisa al ver a Lau y cuando lo tengo cerca acariciarlo y creer que es enorme, el mítico "Matildita", las bolsas de papel con flores pintadas en negro y violeta llenas de gominolas, los lazos en la cabeza... Inconscientemente he relacionado a ambas mujeres con mi abuela Matilde, a quien tengo en un pedestal desde que tengo uso de razón, a pesar de que ya no esté con nosotros. Al verlas he sentido una vez más la fugacidad de la vida. Parece que fue ayer cuando la T.M. sacaba a pasear a Lau y cuando me cruzaba a M.M. por los pasillos y me abalanzaba sobre ella. Ver cómo van envejeciendo las personas que te rodean es duro y difícil. Pero, al fin y al cabo, es ley de vida.

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