El verano empieza a caminar en sentido contrario, mientras el otoño va cogiendo velocidad.
Anochece antes, mi hermano ha vuelto a casa, he retomado el papeleo de Erasmus, cada día que pasa tengo un amigo más en algún lugar el mundo, he hecho la mítica limpieza de armario de fin de verano y cosido la montaña de prendas pendientes, he arreglado un asunto con alguien muy muy especial que era vital solucionar antes de su partida, solo hay comida sana en la nevera y despensa de mi casa... En fin, los síntomas otoñales se van sintiendo a pasos agigantados, y me encanta.
La despedida del verano no es algo que me preocupe especialmente... Lo que de verdad me inquieta es tener que irme a Francia. Que, en realidad, es una estupidez porque me apetece muchísimo, pero creo que es lo que me está quitando el sueño estas últimas noches.
PD/ Hasta pronto Javi, te echaremos de menos. Buscaré un nuevo compañero de clase y amigo con quien compartir risas y masajes hasta tu vuelta.
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