jueves, 25 de junio de 2009

Back to black

Esta nueva entrada la publico con un ánimo tan bajo... Hace ya dos Domingos llegué de Altea y lo único que quería hacer era desaparecer del mapa. Meterme en la cama y pasar día y noche encerrada en mi cuarto, con la mente en blanco... Pero no, como es habitual en Madrid, siempre estoy de un lado para otro, con la rutina que esta ciudad conlleva a cuestas.
¡Y es que me lo he pasado tan bien con Sofi esos siete días! Días de desconexión total del mundo, de amaneceres en la cama, de atardeceres en Paradise, de anocheceres en la playa... Cosas que no cambiaría por nada. Pero no, tenía que llegar el Domingo, tenía que volver a Madrid, con su característico estrés.
A la mañana siguiente me desperté a las nueve y media de la mañana porque J tenía un examen por la mañana e íbamos a quedar a desayunar. Total, que fue llegar al intercambiador de Moncloa y empezar a ver caras conocidas, a saludar a la gente, a notar cómo la gente te mira de arriba abajo llegando a intimidarte, vamos, a lo que es verdaderamente la burbuja en la que nos movemos. Y de repente me di cuenta de que Madrid no está hecha para mí, o al contrario más bien. Yo busco algo diferente, una ciudad en la que nadie se conozca, en la que resulte casi imposible encontrarte con una misma persona dos veces en un mes, en la que puedas perderte entre la multitud y poder pasar desapercibido... Creo que podéis entender de qué tipo de ciudad hablo.
En fin, espero que los días vayan pasando a mi favor y no en contra.

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