Ayer tenía que bajar al centro de la ciudad para hacer algunos recadillos y aproveché para dar una vuelta por las calles semi-peatonales. Mi sorpresa fue la cantidad de gente que, como yo, había optado por dar un paseo matinal. Al rato, ya impactada por los ríos de gente (mujeres sobre todo) que bajaban por una de las avenidas principales, decidí mirar uno de los escaparates y... ¡SORPRESA! un enorme cartel en el que podía leerse "SOLDES" ocupaba el centro del cristal del conocido establecimiento comercial Monoprix.
Como es obvio y por mi condición de mujer, no puede evitar entrar. Mientras atravesaba los mares de bolsos, zapatos y complementos comencé a fijarme en todas las mujeres que allí estábamos como locas revolviendo cada recoveco de la tienda. Aquello era la jungla, una jungla de lo más pintoresca. Había señoras con preciosos abrigos de visón y enormes gafas de sol que intentaban "pasar desapercibidas", otras no tan señoras paseando a los perros ¡dentro de la tienda!, chinas con un perfecto francés disculpándose por llevar horas invadiendo los probadores, niñas recién salidas de la escuela que en vez de estar en casa comiendo estaban echando una ojeada, señoras de ochenta años para arriba en la sección de "lencería fina" y yo que, como siempre, me fui directa a las secciones de papelería, decoración, lencería y ropa de abrigo.
Ayer, al fin, paseando por las calles de Aix he sentido mi segunda nacionalidad. Me he sentido verdaderamente una más; que un trocito de mi pertenece a este país.
Lección de ayer: Ya sea en China, Australia, Estados Unidos o España, hay algo que nos une siempre y nos hace iguales a todas: ¡El afán por ir de compras!
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